miércoles, 24 de agosto de 2016

Cada vez


La noche de párpados cerrados adivina universo, galaxia, estrella
Luz amanece en los ojos de alguien que ama
Una mujer discierne en la mirada de palmas abiertas
el rostro de su amigo.

Yo, pienso en ti.


sábado, 13 de agosto de 2016

Amo correr a esconderme

Por qué me ama tanto. Por qué no se fue corriendo. Por qué dejé de esconderme.

Cuando caminas por la calle y encuentras una flor de bugambillia en medio de hojitas verdes y polvo en la banqueta, a lo mejor la recojes, a lo mejor la viste justo antes de preguntarte por qué.

Porque me ama tanto, porque no se fue corriendo, porque dejé de esconderme.

Cuando caminas por la calle y encuentras que para una persona en medio del raudal de gente y pies retorcidos, eres mucho más que tal vez una flor de bugambilia; tal vez la respuesta a por qué.

Me ama tanto, y fui corriendo a dejar de esconderme.

Cuando caminas por la calle y encuentras el tren preciso en medio de un cruce con preguntas sobre qué te llevó hasta ahí, quizá te das cuenta de que no es por que hagas, es por que, amado, tú eres por qué.


domingo, 24 de abril de 2016

Carta de bienvenida o (A caray... pero si soy esta, no esa). Ya me vi.


Lejos de andar lo ya escrito, vacía del pasado, del olor de esa guerra, de quien fui como una miel buena e infestada de gusanos, se escriben hoy cosas que nunca antes se hubieran pensado, las que se soñaban, esas que hacen dar espalda a la muerte. 

Como ha llegado, disfrazado de tiempo extra, el futuro que en toda hora se construía una muchacha como escondite: un cuarto en las alturas de quién-sabe-dónde, donde mirarse mayor y ser abrazada, ser suficiente, vivir a salvo en lo tangible; es preciso que, en honor del que la rescató haciendo todos y aún más que sus sueños realidad, se halle un nuevo libro entre sus manos. 

El pasado huele viejo, que esas guerras ya se vencieron; y hoy sigo en mis veintes.

Porque ya no hay que esconderse, porque no es necesario andar arrastrando un pasado bultito feo de piedras con sangre que ya no tienen ni una vena conectada con las mías. Porque al despertar de la pesadilla se tiene la mente tanto allá que por un rato no se puede creer que sí hay vida. 

Pos que me la creo.
Pos que escribo.

Pos qué.